La compañía estadounidense de asesoría financiera, Bloomberg, ha reportado recientemente una situación alarmante que involucra a American Transit Insurance Company (ATIC), la aseguradora más grande de taxis comerciales, vehículos negros y servicios de alquiler como Uber y Lyft en Nueva York. Según Bloomberg, ATIC enfrenta pérdidas netas superiores a los 700 millones de dólares, en su mayoría derivadas de fraudes, lo que la pone al borde de la quiebra.
Este colapso afectaría gravemente el transporte en la ciudad de Nueva York. Se estima que alrededor del 60% de los 117,000 vehículos comerciales —incluyendo taxis amarillos, vehículos de alquiler (livery), y servicios de viajes compartidos como Uber y Lyft— perderían su cobertura de seguro, lo que los dejaría fuera de la ley para transportar pasajeros. Esto obligaría a los conductores a encontrar nuevas pólizas, lo cual podría ser costoso y complicado.
La ciudad de Nueva York, especialmente en áreas donde el transporte público es limitado, podría enfrentar una crisis de movilidad. Bloomberg también señala que uno de los principales factores que afectan a la aseguradora es el aumento en el tamaño de las reclamaciones, impulsadas por acuerdos más grandes y por laudos judiciales, lo que ha incrementado los costos para las compañías de seguros.
En los últimos años, las aseguradoras han observado un notable aumento en los reclamos fraudulentos, afectando desde vehículos de transporte compartido hasta camiones de reparto. Una de las razones clave es que Nueva York impone los requisitos de cobertura para vehículos comerciales más altos del país, lo que convierte a estas pólizas en un blanco lucrativo para abogados litigantes y redes de estafadores.
Estas redes de fraude suelen involucrar a abogados, médicos poco éticos y prestamistas con malas intenciones, quienes aprovechan las altas primas de seguros para enriquecerse a costa de las aseguradoras y las pequeñas empresas. Grupos criminales, incluidos pandillas como la MS-13 y mafias rusas, reclutan a personas vulnerables para organizar accidentes planeados, en los que los involucrados fingen lesiones graves, incluso sometiéndose a cirugías innecesarias, con el fin de inflar los pagos de los seguros.
Un ejemplo notable de este tipo de estafas es Rex Heuermann, el acusado en los asesinatos de Gilgo Beach, quien aparentemente intentó aprovecharse de este sistema fraudulento. Según informes del New York Post, en 2014, Heuermann presentó una demanda por 5 millones de dólares tras alegar que un taxista le había pisado el pie en Midtown. Aunque el caso se resolvió sin detalles públicos, Heuermann también presentó demandas millonarias en otros accidentes ocurridos en Maryland, Long Island y Brooklyn.
La situación ha llevado a que muchos expertos y analistas pidan una reforma urgente en las leyes de responsabilidad civil de Nueva York. La intención es reducir los costos de los seguros y desmantelar estas redes de fraude que impactan a la economía de la ciudad. La procuradora general, Letitia James, junto con los fiscales de distrito y los federales, ha sido señalada como una figura clave para tomar acciones más firmes contra los responsables de estas estafas.
Además, se ha sugerido que la Legislatura del estado apruebe leyes que ataquen a los «corredores de fraudes», personas que entrenan y reclutan víctimas para organizar accidentes, resbalones y caídas falsas, particularmente en el ámbito de la construcción.
Aun si las aseguradoras no quiebran o deciden abandonar el mercado neoyorquino, los consumidores seguirán pagando precios más altos. Las compañías de seguros suelen trasladar el aumento de los costos a sus clientes en forma de primas más caras. Mientras tanto, algunos sostienen que ATIC contribuyó a su propia crisis al aceptar negocios con primas demasiado bajas para cubrir adecuadamente el riesgo que asumía.
En resumen, no se está pidiendo un rescate financiero para estas compañías de seguros, sino que se exigen medidas para enfrentar las causas profundas del problema: el fraude masivo que ha erosionado la estabilidad de la industria y que, de no resolverse, podría hacer mucho más costoso y difícil el uso de servicios de transporte en la ciudad de Nueva York.